lunes, 16 de agosto de 2010

Pasión


Pasión. Cuantas cosas que hice, hago y seguramente seguiré haciendo en tu nombre. Y mucho más cuando te vestís de blanco y negro, cuando hacés realidad mis sueños más osados, cuando te mezclás con el amor a mis afectos mas cercanos, vieja, hijos, amigos, entonces me rindo y dejo gozoso que te apoderes de mi mente y mis actos.

Así, como un autómata, como una especie de Terminator programado sólo para SENTIR, si, así con mayúsculas, decidí viajar a Buenos Aires este domingo.
Mi retoño albo Lucy que trabaja en Aerolíneas me consigue un par de pasajes, y mas allá de las angustias por si se jugaba o no en Floresta, el Domingo a la madrugada arranco para el Aeropuerto Pajas Blancas.
Sin dormir casi, con un bolsito para llevar camiseta bandera y gorro me hago los 130 km hasta Córdoba, dejo la chata en el estacionamiento del aeropuerto y embarco con lo justo.

Buenos Aires, Aeroparque, una mañana hermosa, un tachero de Floresta que me hizo precio y , después abrazo con mi vieja, mi hija, mi yerno y "de gira preparamos el asado pra verte a vos" y vayamos temprano que hoy revienta.

Luego el encuentro con mi amigo el Flaco Beto (papá de Belu), otros conocidos antes de entrar a la cancha, y vos All Boys. Y vos también Pasión, dómina insaciable que me esclaviza sin dar tregua.
All Boys papelitos, All Boys bandera gigante, All Boys todo. Y el equipo que va y los de Vélez que se miran entre ellos… pero nos embocan… y bueno…y el Tanito Vella solo contra la mejor dupla del fútbol argentino, y Soto que pone y saca todo, y Pérez García y Silva en una remake de David y Goliat, y…pero ¡que importa el partido! Si ahí estamos alentando en Primera como hace treinta años que no lo hacía sólo que hoy con mi hija Lucy al lado, ya afónica pero abrazados en el gol del Cabezón y cantando conmigo... ¡que importa el partido!.

No sé en que momento cayó la noche y ahí estaba yo sentadito sólo en Aeroparque esperando el vuelo de regreso a Córdoba, sintiendo todavía en mi mejilla la ardiente fría humedad de las lágrimas de la vieja en despedida.
Por mi mente, como flashes, pasaban las imágenes de un día increíble. Y mientras manejaba hasta Capilla del Monte, sólo en la medianoche serrana, iba cantando “Te quierooooo, soy de Floresta hasta los huevoooos…” Y en una curva me pareció ver a la Pasión, cómplice, guiñándome un ojo.

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