Románticos, pasionales, sensibles como aquellos hombres que el genio Dolina domiciliara en el barrio de Flores –y Floresta, agrego yo, por obligada extensión -, así somos los hinchas de All Boys. Simpáticos, blanquinegros, raros y pocos como esos osos panda del no menos genial Javier Aguirre.
Es que la pasión del fútbol adquiere su máxima expresión cuando se es hincha de un “equipo chico” , expresión que lejos de parecerme peyorativa, me da un orgullo particular. Porque sé que esta pasión la comparto con pocos, lo que la hace más mía, porque las derrotas duelen menos y las victorias son mas resonantes cuando nacen del esfuerzo y la modestia, porque sólo el tiempo es el único camino para alcanzar una gloria casi quimérica, por ejemplo jugar en primera.
Claro que los albos corazones no tuvieron en cuenta el factor económico como principal ingrediente para acortar esos tiempos que nos separaban del aquel sueño. Y el dinero llegó. Llegó de la billetera y la visión del empresario Roberto Bugallo, quien supo cuándo, cómo y dónde invertirlo para que muchos comenzáramos a vislumbrar que la utopía de primera podía dejar de serlo en pocos años. Y ni el panda más optimista soñó con jugar contra Boca Jrs a sólo 2 años de hacerlo contra Acassusso.
Afónicos, felices, exultantes, tocamos el cielo, vimos a Dios en cada gol “de primera” y endiosamos a los actores de esta obra que el periodismo especializado llamó ”la revelación del torneo”. Situamos en el Olimpo griego a Nico Cambiasso, al eterno Cabezón Sanchez, al Tano Vella y a otros héroes del ascenso. Disfrutábamos a Soto, a Perea, nos asombrábamos con la contratación de Fabbiani, y sólo algunos pocos conocíamos a Grazzini, a Domínguez, Barrientos y mucho menos a Matías Perez García, un bocado exquisito para el fino paladar albo.
Y pensamos que por el sólo hecho de vestir la camiseta amada ya era nuestro. Como era más nuestro todavía Darío Steffanatto del quien nadie dudaría que es blanca y negra la sangre que corre por sus venas. O el inefable Negro Vieytes, soldado de mil batallas, titán en Rosario…O Johnatan Ferrari, blanca paloma mutante en cuervo.
Y de pronto, cuando nos frotábamos las manos pensando en recibir a Racing en Floresta, la noticia : Perez García a la U de Chile…!!! Cómo..?? Y nos enteramos que Cysterpiller es el apoderado, que negoció su pase y con Bugallo la rescisión del contrato que lo vinculaba a All Boys, que nuestro Steffanatto ya no es ni el 50% albo y que la espada del legionario Vieytes se muda a Tiro Federal para terror de los sufridos hinchas de Central.
Y pasado el estupor inicial, entendemos que la visión de Bugallo fue acertada y es más que justo que el empresario pueda cosechar lo que sembró durante el último lustro. Entendemos así, de un cachetazo, que esto es un negocio y de los grandes, y no hay lugar para los hombres románticos o sensibles, del barrio que sean. Que nos convertimos en una vidriera apetecible. Que la camiseta de All Boys no sólo no tiene dueño, sino que hasta puede llegar a vestir el deteriorado físico de Ariel Ortega, sin que ello afecte a demasiados. Que, al menos para mí, jugar la Sudamericana no se compara con la ilusión de Primera acuñada durante 30 años. Que no hay vueltas olímpicas por el sólo hecho de permanecer. Que nada es gratis y todo es el precio de todo.
Hablo de este presente con esos hinchas de Platense, otro de Chaca , a quienes antes gasté impiadosamente, y no me preguntes porqué, siento allá a lo lejos una pizca de simpatía.
Quien esto escribe siente que perdió algo importante. Y por mas que intento, no puedo volcar en palabras este vacío que nunca sentí, aún en las ocasiones mas dolorosas. Y no es el amor, intacto, se trata de algo más intimo. ¿Será la pasión?